Me avisó una amiga de que una de nuestras autoras favoritas de recetas tenía temporalmente su kindle a 1 euro y pico.
- No puedo comprar.
- Yo te lo regalo.
Y me lo regaló.
Le pedí prestado unos auriculares a mi hijo y me dijo que no me los dejaba. Su abuela, mi madre, estaba delante. Me dijo, indignada con el niño:
- Yo te los regalo.
Y me los regaló.
- Como tú no puedes comprarte ropa, te la regalamos nosotras.
La gente está siendo amable.
Muy amable.
Me regalan cosas porque saben que no puedo comprármelas porque estoy en #un-año-sin-compras-mundanas. Ellos no.
Al cabo de unos cuantos regalos, no obstante, me di cuenta de que este te-lo-regalo, con todas sus buenas intenciones, va contra el espíritu de mi reto.
Si mi reto es una lanza a favor de la sostenibilidad y en contra del consumismo, ¿qué más da quién pague?
Ayer se me acercó Peter.
Había encontrado en internet ropa térmica de mujer a muy buen precio para nuestra próxima excursión a Sierra Nevada.
- Te voy a comprar esto- me dijo.
- No, no me compres.
#Un-año-sin-compras-mundanas es #un-año-sin-compras-mundanas.
No importa quién lo compre.
Me ha costado dar este paso.
Da mucho gustito dejarse regalar.
Probablemente me arrepienta si paso frío en la montaña.
La coherencia no arropa.
![]() |
Photo by Tetiana Shadrina on Unsplash #un-año-sin-compras-mundanas |
No hay comentarios:
Publicar un comentario