sábado, 30 de julio de 2022

El placer de la sobriedad

Una de las cosas que me está regalando este reto es el placer de la sobriedad. 
No es nuevo para UNA.
Es sólo que el consumismo que nos arrastra no deja hueco a la oportunidad de disfrutarlo. 

La palabra "sobriedad" ya de por sí es bella. 

Cuando era pequeña en el colegio todas las semanas teníamos asamblea de clase y habíamos de elegir un lema personal para la semana que comenzaba, como si de un lienzo en blanco se tratara.
No fueron pocas las veces que UNA eligió "sobriedad" como lema.
Quizás fuera el atractivo de la palabra.
Quizás fuera una premonición de este reto en el que me iba a embarcar muchos años después.
Sobre todo creo que UNA sospechaba ya los placeres que conlleva el minimalismo cuando UNA lograba encontrar cierto encanto en un lapicero que ya hubiera consumido la mayor parte de su mina.


Photo by Kelly Sikkema on Unsplash


Hay algo intrínsecamente gratificante en no estrenar.
En seguir usando la misma cosa hasta que la cosa agote su usabilidad.

Recuerdo un amigo en Inglaterra que nos invitó a cenar a Peter y a UNA. 
En algún momento dado de la noche tuve que entrar al cuarto de baño y ¿sabéis lo que me llamó la atención?
Tenía UN bote.
Un solo bote en su cuarto de baño.
Me pareció admirable.
Me pareció elegante.
¿Sabes cuántos botes habitan mi cuarto de baño?
Pues muchos más de los que UNA usa a diario. 

Cuando salimos de la casa de mi amigo, Peter, que también había ido entrado al baño, también se había fijado, también había admirado la ausencia de bártulos y demás productos.
-¿Por qué no podemos tener nosotros así el baño?- preguntó. 

¿Por qué?

Supongo que la sobriedad está al alcance de todos.

Uno de los placeres que conlleva, que viene junto al minimalismo inherente a la sobriedad, es por supuesto el orden.
Si no tienes cosas, no hay posibildad para el desorden.
El baño de mi amigo estaba ordenado por ausencia. Por la ausencia de botes. Por la ausencia de desorden.
El mío parece siempre caótico.

El lema "sobriedad" debería ser vital, no semanal.

#un-año-sin-compras-mundanas




sábado, 23 de julio de 2022

La tonta de la compra

 

Desde el comienzo de este reto establecí que#un-año-sin-compras-mundanas EXCLUYE la compra de comida y bebida, por supuesto, siempre y cuando UNA compre para consumir y no que la compra semanal la consuma a UNA.

Parece obvio pero, cuando dejas de comprar, el supermercado de repente se convierte en el último reducto de la tendencia consumista que llevas toda la vida transitando. 

De pronto, los pasillos del centro comercial se convierten en la única tentación a la que te has dado permiso sucumbir. 
Es como el que deja de fumar y bebe más. 
O como el que se pone a dieta y fuma más. 

Enseguida percibí que mi compra semanal de comida había subido de precio. 
Lo comenté y todos me decían que los precios han subido mucho. 
Cierto. 
Pero UNA sabía que había algo más. 
El carrito estaba más lleno porque yo lo estaba llenando para saciar las ansias de comprar.

La conciencia es el primer paso para el cambio. 

Hoy he ido con uno de mis hijos a comprar. 
Le he detenido antes de entrar. 
Le he listado las cosas que necesitábamos y le he dicho:

-El reto es salir de aquí sólo con esas cosas.
Ni una más.

Reto conseguido. 
¡Que UNA compre para consumir y no que la compra semanal la consuma a UNA!
¡Que UNA se ajuste a la lista de la compra y no sea la tonta de la compra!


Photo by Eduardo Soares on Unsplash

#un-año-sin-compras-mundanas




sábado, 16 de julio de 2022

Cocinitas y la obsolescencia programada en un año sin compras

UNA cree que la gente que realmente sabe cocinar necesita muy pocos chismes en la cocina, pero las que nos defendemos a duras penas solemos llenar la cocina de cachivaches y bártulos de diferentes tamaños y colores para intentar paliar nuestra falta de destreza al cocinar.

Pasa que las cosas están programadas para romperse, como ya sabemos: la llamada obsolescencia programada nos invita de manera regular y constante a mantener activo el consumismo. 

En las últimas semanas se ha roto la batidora, el molinillo de café que uso para moler semillas, el exprimidor de zumos y la olla a presión eléctrica programable (ya os he comentado que no sé cocinar). 

A este desastre en cadena puede que hayan contribuido, además de la obsolescencia programada, las incipientes excursiones de mis hijos adolescentes al mundo culinario. 

Puede.

Photo by Brooke Lark on Unsplash

El caso es que UNA se ha sentido muy tentada a reponer estos utensilios con la compra de unos nuevos porque mi tiempo en la cocina no puede exceder al que tengo disponible.
Esos utensilios ayudan a 
sacar mayor partido de ese tiempo.

Escribir este blog me hace mantenerme coherente con el reto y me da cierta sensación de tener que rendir cuentas, así que finalmente he resistido la tentación de comprar y he sustituido algunos utensilios con otros viejos que teníamos en el apartamento al que vamos en verano, y he renunciado a sustituir otros aunque ello me suponga tener que modificar menús y recetas.
Es lo que hay:

#un-año-sin-compras-mundanas



sábado, 9 de julio de 2022

Regalos

#un-año-sin-compras-mundanas SUPONE no regalar cosas materiales sino escudriñar mi imaginación para que sean regalos experienciales. Lamentaré si mis destinatarios afectados no estuvieran del todo felices con esta decisión pero un regalo ha de reflejar al que regala y no al regalado.

Éste fue uno de los preceptos con los que definí mi #año-sin-compras-mundanas y, tengo que admitir, uno de los que más me está costando cumplir. Regalar sin comprar está siendo difícil. 


Primero fue el cumpleaños de mi hermana. Con aceites esenciales y la ayuda de mi hijo le hicimos un spray de los sueños, para echarse en la almohada por la noche, y un spray anti-mosquitos para echar en las pastillas ya usadas de los antimosquitos eléctricos. 
Le preparé también una playlist con música para relajarse, escribir, etc. y le envié el enlace, cruzando los dedos a la espera de que le gustara.


En julio coincidieron los cumpleaños de dos de mis hijos. 
A uno le regalé un montaje de fotos en las que aparecía él, regalo que había ensayado previamente con una amiga y había tenido éxito, y al otro le regalé un-año-de-yoga: Le regalé mi compromiso de hacer yoga todos los días en casa durante un año para la regulación de mi sistema nervioso y así estar más calmada en mis interacciones con él. Ni que decir tiene la cantidad de comentarios de índole sarcástica y ojos en blanco que recibí de mi pre-adolescente ante dicho regalo, así que finalmente le regalé... un montaje de fotos.



Las manualidades, de hecho, me han salvado la vida en no pocas ocasiones esta temporada. 

He hecho cuadritos de colores con flores secas de colores. He hecho cuadritos con "orejitas" cogidas en mis caminatas por la playa.

Luego, para otra ocasión, me permití la licencia de "comprar" unas piedras pintadas a una amiga, que está en paro, y sobrevive gracias a este tipo de manualidades. Concebí que comprarle las piedras no contribuía al consumismo -principal motivo por el que estoy haciendo #un-año-sin-compras- y, sin embargo, sí ayudaba a mi amiga. Consideré que comprarle piedras pintadas a mi amiga, pues, no era una compra mundana.

A mi madre por su cumpleaños le regalé un concierto.

A Peter por nuestro aniversario le voy a regalar la experiencia de un viaje a Madrid. 

Poco más. 

Me voy quedando sin ideas de regalos-sin-compras-mundanas. 

Se admiten sugerencias. 

Es muy complicado regalar sin comprar


#un-año-sin-compras-mundanas



sábado, 2 de julio de 2022

Experiencias

Después de dos meses y medio sin compras mundanas, me pregunto por qué no he ahorrado dinero y me respondo "por esta cláusula que estableciste al comienzo de tu reto":

#un-año-sin-compras-mundanas EXCLUYE la compra de experiencias: UNA elige el valor de que el dinero me permita HACER, me permita tener experiencias reales, en vez de comprar y poseer cosas: viajar, ir al cine, al teatro, a conciertos o hacer un curso de surf este verano.

Efectivamente, la cláusula parecía tener todo el sentido en teoría pero, en la práctica, ha supuesto que el consumismo de enseres mundanos se ve sustituido por el consumismo de experiencias mundanas

De repente, he liberado dinero que me permite irme a dar un masaje, ir a un concierto y otro y otro, hacerme la cera donde antes me pasaba el silképil, hacerme las uñas donde antes me las cortaba, ir al fisio cuando antes me daba una pomada y me ponía una codera, acudir a una másterclass de yoga, ver a una nutricionista donde antes me descargaba la lista de la compra y el menú semanal de internet, salir a cenar con mucha más frecuencia que antes, etc.
No me malinterpretes. Como mujer, estoy totalmente a favor del autocuidado. Pero, si bien muchos de los ejemplos anteriores lo son del automimo, no obstante la frecuencia creciente de dichas experiencias se lee en mi diario más bien como una sustitución del consumismo material por mero consumismo experiencial.

Me doy cuenta de esto cuando una amiga, que sabe de mi reto, me pasa un texto llamado THE BUY NOTHING MOVEMENT y, en algún momento del mismo, leo sobre participantes en el movimiento que no sólo dejaron de adquirir bienes eléctricos, ropa o cosas para la casa, sino que además dejaron de adquirir servicios, tipo cortes de pelo, comer fuera de casa o comprar gasolina para sus coches. En un año, ahorraron $55.000.

A este paso, UNA va a ahorrar una 💩.

Así que he decidido no dejarme contagiar por el síndrome de demasiadas experiencias, y limitarlas a las verdaderamente necesarias (¿alguna lo es?) o verdaderamente reales, es decir, que no vengan a llenar el vacío creado por la ausencia de compras. En cualquier caso, las experiencias reales casi siempre son gratis. Como dice el anuncio, no tienen precio.


Photo by Paul Pastourmatzis on Unsplash


#un-año-sin-compras-mundanas