sábado, 28 de mayo de 2022

Caprichos ante el NO

Ya conté, al comenzar este proyecto de #un-año-sin-compras, que Se trata de un proyecto personal, no familiar. Es una decisión que tomó UNA, no la familia-de-5, con lo cual no habría de afectar a las necesidades de los niños. Si los niños necesitaran algo, se les compraría.

Fíjate que este parámetro de mi primera entrada habla de necesidades, no de caprichos. En esta entrada vengo a reflexionar sobre los caprichos.

Cuando se tiene hijos, es esencial practicar el hábito de decir NO.

El mundo en el que nos ha tocado criar a nuestros hijos es un escaparate de tentaciones. 

Nuestros hijos ni siquiera saben que es posible otro mundo. 

Las tentaciones les alcanzan por todas partes, desde la puerta del cole hasta a través de las pantallas.

Y los hijos piden.
Y piden.
Y luego piden más.

Si el momento de decir NO es normalmente incómodo, el momento de decir NO a los hijos es incluso peor: los hijos pueden llegar a convertirlo en realmente insoportable.

Pero si eres capaz de admirar esa determinación que despliegan en el capricho sin doblegarte, entonces descubrirás que el placer de decir NO a los hijos también es más grato. 

El placer reside en ese hueco que vas creando entre el ser humano que tratas de moldear y la sociedad de consumo que pretende manipularlo. 

El placer reside en echarle un pulso al escaparate y ganar. Es un placer a largo plazo, desde luego. 

Es más fácil sucumbir al SÍ, pero no pierdas la perspectiva de lo que quieres cultivar. 

Después de una rabieta por un NO, el hijo será capaz de admitir que tampoco deseaba tanto lo que sea que fuera que deseaba tanto.

El placer de decir NO.
Practícalo.

Di que NO compras ese artículo del escaparate para el que alguien en un despacho ha creado la necesidad a tu hijo.


Photo by Tanaphong Toochinda on Unsplash

#un-año-sin-compras-mundanas




sábado, 21 de mayo de 2022

El resorte automático

Me probé unos zapatos que me había comprado antes de empezar este reto de #un-año-sin-compras y, sorpresa, me estaban grandes. Ya no podía devolverlos porque los había comprado en las rebajas al final de la temporada anterior y ya había vencido el plazo de devolución. Bueno, no pasa nada- pensé-, me compro unas plantillas.

Tardé un rato en darme cuenta de que no puedo comprarme unas plantillas porque estoy en #un-año-sin-compras-mundanas y unas plantillas es una compra de lo más mundana. 

Esto es lo que yo llamo "el resorte automático" y del que me vengo haciendo consciente desde que empecé este reto. 
Te confieso que, si no tuviera la conciencia que me está prestando este reto, hubiera bajado a la tienda más cercana y me habría comprado en un par de minutos unas plantillas nuevas.
É
se es el resorte automático que tengo bien instalado en mi cabeza, el camino de menor resistencia.
La solución fácil y al alcance de la mano es comprar.

¿Qué hago? 
Los zapatos son unos zuecos y en realidad sólo necesitaría una media plantilla.
Cogí unos zapatos de los que ya no uso y que habré de donar, les quité las plantillas, las recorté y las metí en mis zuecos por estrenar.

¿Cuántos pares de zapatos tenemos en los armarios?
¿Cuántos pares de pies al final de las piernas?

Confío que, como efecto secundario, privarme de este recurso/estrategia de la compra, además del ahorro, impulse mi creatividad, pues ante las así llamadas necesidades, espero encontrar la manera de REparar, REusar, REutilizar, REciclar. Esto incluye REcalibrar las propias necesidades y REvisar otras opciones, tales como:

heredar,
intercambiar
y/o pedir prestado
antes de acudir al REsorte automático de la compra.


#un-año-sin-compras-mundanas




sábado, 14 de mayo de 2022

La nube negra

En esta entrada expongo el último de los motivos que me ha llevado a afrontar el reto de #un-año-sin-compras-mundanas, aunque ya lo apuntaba en mi entrada anterior sobre mi teoría particular del coronavirus. Me refiero a la nube negra de la amenaza de la destrucción ecológica.

Bajé a la tienda de abajo a por cuatro cosas para la comida.
-No me des bolsa- le dije.
-Se me olvida que tú eres de las ecológicas- murmuró con sorna.

La sorna.

"Ecológico", por razones que no alcanzo del todo a comprender, es sinónimo de perroflauta. Sinónimo de izquierdas. De rojo.

La paradoja es que no debería haber nada más humano que ser ecológico. A ti que estás sentado en tu sillón, en el salón de una casa de la que te quedan por pagar 25 años de hipoteca, te digo: el cariz que está tomando el tema del medio ambiente que veías ya en tus libros de Sociales de BUP tiene carácter de URGENTE y requiere, SÍ requiere, acción y compromiso TAMBIÉN de tu parte.

UNA no ha traído a sus hijos al mundo para que el mundo se les acabe a la mitad.

La casa de mis hijos. SU casa. MI casa. Pero no olvides, seas de derechas o de izquierdas, que esta casa que está en ruinas también es TU casa.

Así que te exijo, TE EXIJO, que tú también colabores para que mis hijos y los tuyos si los tienes tengan un mundo donde criar a sus hijos y tus nietos si los llegas a tener.
Sin tener que vivir con el miedo en sus venas.
Sin tener que renunciar a la belleza que la naturaleza nos regala todavía a diario.



El deterioro del medio ambiente es tan desolador que lamentablemente también hace distinción de clases y los episodios de catástrofes climáticas siempre acaban llevándose por delante a los que tienen poco o nada. Mientras, nosotros seguimos sentados en nuestro sillón con el aire acondicionado puesto bebiendo con pajita un refresco de ingredientes impronunciables y viendo en la tele las noticias de una sequía que hace estragos.
Pero no nos afecta.
Aún.
En breve lo hará.
En un breve cada vez más breve.

Mi reto ha sido comprometerme a #un-año-sin-compras-mundanas y a compartirlo en este blog. Te ruego, por la casa de mis hijos, que tú te comprometas a informarte de lo que personalmente puedes hacer en aras de los valores medioambientales; y así hacer de modelaje a los que no tienen culpa de haber llegado a un mundo que ya estaba roto. Te animo a compartir este reto también.


#un-año-sin-compras-mundanas



sábado, 7 de mayo de 2022

Mi teoría particular sobre el coronavirus

La pandemia del COVID-19 puede que haya sido una de las peores crisis mundiales jamás vivida, crisis que por cierto -UNA personalmente piensa- es la manera que tiene la naturaleza de plantar un puño en la mesa.

Para UNA, el virus ha sido enviado por la naturaleza, por el-todo, para poner al ser humano de vuelta en su sitio. Es un mecanismo de autodefensa de el-todo. Nos hemos creído poderosos y nos está recordando que no somos sino una especie animal más en su reino. No somos los reyes aunque así lo hayamos querido creer, por esa corteza cerebral prefrontal que nos otorga la palabra y la capacidad de reflexión.

Emisario: La naturaleza.
Destinatario: El ser humano.
Código: Covid-19.
Mensaje: Tú a tu sitio. Acabo yo contigo antes de acabar tú conmigo. ¡Cuidado! Si no es por las buenas -te mandé señales, ¿recuerdas?- habrá de ser por las malas.

Vives sin vivir en mí
y tan alta vida esperas
que habrás de morir
para que el-todo no muera

Efectivamente, la naturaleza nos ha estado enviando señales, pequeños y no tan pequeños avisos, que hemos ignorado: fruta y verdura sin aroma y sabor, cambio climático, cuatro estaciones reducidas a dos, estrés y ansiedad, cáncer, fenómenos atmosféricos extremos, especies extinguidas, enfermedades autoinmunes...

¿Qué haces tú cuando tu hijo no escucha? Vas alzando la voz. Pues eso es lo que para UNA es el coronavirus. Un alzamiento de voz de la madre naturaleza. Un grito ante nuestra sordera.

Aquí estamos. Así estamos. Lo triste es que parece que seguimos sordos. Lo preocupante es que seguimos dispersos. Nos distrajimos con la preocupación por la gestión política de esta crisis, la angustia por los efectos económicos de la misma, que tienen una inmediatez de la que lo global, el-todo, no goza.
El-todo es paciente.
El mundo de las mascarillas, los geles hidroalcohólicos, los confinamientos, las restricciones... nos enredaron de tal manera que volvimos a perder la perspectiva que nunca tuvimos, la única perspectiva que nos sacaría de este embrollo medioambiental tan devastador. Seguimos usando el consumismo por su efecto distrayente de esta desgracia a la que nos ha llevado, entre otras cosas pero sobre todo, el propio consumismo, ése que usamos para afianzar la prevalencia de nuestra especie.

- Pues fíjate,- grita la naturaleza cada vez más alto-, en el-todo no sobresale nadie, así que vosotros seguid así, y quizás sea vuestra especie la que no prevalezca.

La naturaleza habla cada vez más alto. Seguimos sin escuchar contaminando océanos con mascarillas. No escuchamos. Nos van a sacudir de la faz de la tierra de un plumazo por esta sordera. Somos los destinatarios de un mensaje que nos resistimos a recibir.

UNA es consciente de que mi teoría de el-todo encaja sólo dentro de una visión mágica de la vida.
 Pero es que

sin el-todo
no hay nada

Esta teoría particular del coronavirus que sostengo me insta a poner un granito de arena en esa playa en la que nos ahogamos todos, incluidos mis hijos. #Un-año-sin compras sería algo así como ese granito de arena. Para mis hijos este proyecto es una jipiada más de su madre. O no. A lo mejor algo cala. O no. No me importa, pero lo hago con ellos en mente, como casi todo. Como casi mucho.



#un-año-sin-compras-mundanas