sábado, 7 de mayo de 2022

Mi teoría particular sobre el coronavirus

La pandemia del COVID-19 puede que haya sido una de las peores crisis mundiales jamás vivida, crisis que por cierto -UNA personalmente piensa- es la manera que tiene la naturaleza de plantar un puño en la mesa.

Para UNA, el virus ha sido enviado por la naturaleza, por el-todo, para poner al ser humano de vuelta en su sitio. Es un mecanismo de autodefensa de el-todo. Nos hemos creído poderosos y nos está recordando que no somos sino una especie animal más en su reino. No somos los reyes aunque así lo hayamos querido creer, por esa corteza cerebral prefrontal que nos otorga la palabra y la capacidad de reflexión.

Emisario: La naturaleza.
Destinatario: El ser humano.
Código: Covid-19.
Mensaje: Tú a tu sitio. Acabo yo contigo antes de acabar tú conmigo. ¡Cuidado! Si no es por las buenas -te mandé señales, ¿recuerdas?- habrá de ser por las malas.

Vives sin vivir en mí
y tan alta vida esperas
que habrás de morir
para que el-todo no muera

Efectivamente, la naturaleza nos ha estado enviando señales, pequeños y no tan pequeños avisos, que hemos ignorado: fruta y verdura sin aroma y sabor, cambio climático, cuatro estaciones reducidas a dos, estrés y ansiedad, cáncer, fenómenos atmosféricos extremos, especies extinguidas, enfermedades autoinmunes...

¿Qué haces tú cuando tu hijo no escucha? Vas alzando la voz. Pues eso es lo que para UNA es el coronavirus. Un alzamiento de voz de la madre naturaleza. Un grito ante nuestra sordera.

Aquí estamos. Así estamos. Lo triste es que parece que seguimos sordos. Lo preocupante es que seguimos dispersos. Nos distrajimos con la preocupación por la gestión política de esta crisis, la angustia por los efectos económicos de la misma, que tienen una inmediatez de la que lo global, el-todo, no goza.
El-todo es paciente.
El mundo de las mascarillas, los geles hidroalcohólicos, los confinamientos, las restricciones... nos enredaron de tal manera que volvimos a perder la perspectiva que nunca tuvimos, la única perspectiva que nos sacaría de este embrollo medioambiental tan devastador. Seguimos usando el consumismo por su efecto distrayente de esta desgracia a la que nos ha llevado, entre otras cosas pero sobre todo, el propio consumismo, ése que usamos para afianzar la prevalencia de nuestra especie.

- Pues fíjate,- grita la naturaleza cada vez más alto-, en el-todo no sobresale nadie, así que vosotros seguid así, y quizás sea vuestra especie la que no prevalezca.

La naturaleza habla cada vez más alto. Seguimos sin escuchar contaminando océanos con mascarillas. No escuchamos. Nos van a sacudir de la faz de la tierra de un plumazo por esta sordera. Somos los destinatarios de un mensaje que nos resistimos a recibir.

UNA es consciente de que mi teoría de el-todo encaja sólo dentro de una visión mágica de la vida.
 Pero es que

sin el-todo
no hay nada

Esta teoría particular del coronavirus que sostengo me insta a poner un granito de arena en esa playa en la que nos ahogamos todos, incluidos mis hijos. #Un-año-sin compras sería algo así como ese granito de arena. Para mis hijos este proyecto es una jipiada más de su madre. O no. A lo mejor algo cala. O no. No me importa, pero lo hago con ellos en mente, como casi todo. Como casi mucho.



#un-año-sin-compras-mundanas


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