sábado, 16 de julio de 2022

Cocinitas y la obsolescencia programada en un año sin compras

UNA cree que la gente que realmente sabe cocinar necesita muy pocos chismes en la cocina, pero las que nos defendemos a duras penas solemos llenar la cocina de cachivaches y bártulos de diferentes tamaños y colores para intentar paliar nuestra falta de destreza al cocinar.

Pasa que las cosas están programadas para romperse, como ya sabemos: la llamada obsolescencia programada nos invita de manera regular y constante a mantener activo el consumismo. 

En las últimas semanas se ha roto la batidora, el molinillo de café que uso para moler semillas, el exprimidor de zumos y la olla a presión eléctrica programable (ya os he comentado que no sé cocinar). 

A este desastre en cadena puede que hayan contribuido, además de la obsolescencia programada, las incipientes excursiones de mis hijos adolescentes al mundo culinario. 

Puede.

Photo by Brooke Lark on Unsplash

El caso es que UNA se ha sentido muy tentada a reponer estos utensilios con la compra de unos nuevos porque mi tiempo en la cocina no puede exceder al que tengo disponible.
Esos utensilios ayudan a 
sacar mayor partido de ese tiempo.

Escribir este blog me hace mantenerme coherente con el reto y me da cierta sensación de tener que rendir cuentas, así que finalmente he resistido la tentación de comprar y he sustituido algunos utensilios con otros viejos que teníamos en el apartamento al que vamos en verano, y he renunciado a sustituir otros aunque ello me suponga tener que modificar menús y recetas.
Es lo que hay:

#un-año-sin-compras-mundanas



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